DF Conexión a China | Lo que cambia la victoria de Biden
Andrés Bórquez Doctor en Políticas Internacionales, Universidad de Fudan; Coordinador Programa de Estudios Chinos, Instituto de Estudios Internacionales, U. de Chile
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Andrés Bórquez
China esperaba muy atenta los resultados de las elecciones norteamericanas y, ahora que salió humo blanco, comienzan a establecerse escenarios de cómo Joseph Biden dirigirá la política exterior hacia Beijing. Podría decirse que EEUU dispondrá una política basada en tres ejes: 1) continuidad parcial de algunas políticas establecidas en el período de Trump, 2) retomar parte de la estrategia de pivote en Asia establecida por Obama y 3) configurar en el largo plazo una gran estrategia de posicionar a China como un competidor estratégico en algunas áreas y en otras como un contrincante cooperativo.
Se puede inferir que Biden reconoce, más allá de la forma, que Trump puso sobre la mesa la relevancia de reducir la dependencia económica hacia Beijing y de revisar el estatus de China en el sistema multilateral. Así, se espera que Biden continúe negociando ajustes a nivel bilateral incorporando mayor diplomacia al respecto. Pero a diferencia de Trump, aproximará varias de las demandas a negociaciones multilaterales y tratará desde esa vereda sumar apoyo de sus aliados para presionar de manera efectiva el comportamiento de China. Se desprende que la nueva administración adopte una línea más asertiva para que organismos como la OMC y la ONU rigidicen la revisión de reclamaciones ligadas a asuntos como el dumping, propiedad intelectual y los derechos humanos.
En el segundo eje, se espera que EEUU restablezca el acercamiento a los organismos internacionales. Paralelamente, el nuevo gobierno buscará detener el deterioro de sus activos y alianzas internacionales. Se espera que reactive una política de contención hacia Beijing coordinando algunas reclamaciones en conjunto con la Unión Europea y fortaleciendo los vínculos con países vecinos de China. A diferencia de Obama, Biden buscará reconfigurar la estrategia indo-pacífico, pasando de la seguridad de las líneas marítimas a un modelo de cooperación más integral bajo los estándares y valores occidentales en Asia. En esta línea, se espera que deriven nuevos bloques económicos o reconfigurar el acuerdo transpacífico y que se generen proyectos de infraestructura y conectividad. Esto funcionaría como un contrapeso a la iniciativa china de la nueva Ruta de la Seda.
Por último, es posible que Biden busque superar las tensiones con China reconociendo la prioridad de tratarla como un competidor estratégico a la vez que un rival con quien hay espacios para la cooperación. Por un lado, Washington reducirá la mitigación económica-comercial sobre asuntos que puedan involucrar su seguridad. Pero asumiendo que Biden retomará los valores liberales e institucionales, buscará establecer puentes bilaterales y multilaterales para cooperar en áreas como son el cambio climático, desastres naturales y enfrentar la urgencia de la pandemia. En términos comerciales, se espera que se siga ajustando el intercambio comercial y las inversiones.
El nuevo enfoque plantea que China sea evaluada no como una potencia emergente, sino como una potencia global. Se espera que ambas naciones aprendan a trabajar, competir y evitar caer en la trampa del conflicto permanente como mecanismo de legitimación a nivel doméstico.